Budismo Comprometido
Encarnando las enseñanzas de Buda en cada momento, transformando el sufrimiento y cultivando la paz a través de la acción consciente, la mirada profunda y la compasión.
Recibir, Realizar y Llevar el Dharma a la Vida Diaria
Despertar y Trascendencia
El corazón del budismo es el despertar—ver la vida con claridad y comprender el sufrimiento, sus causas y el camino hacia la libertad. Se trata de tocar la vida profundamente, con presencia y amor. Esta libertad no significa escapar de la vida o alejarse del mundo. Al tocar esta libertad, no nos afectan el miedo, el olvido y la desesperación. Se trata de tener el valor de entrar en la vida con apertura, comprensión y amor.
Una persona libre no está controlada por el miedo, la ambición o el apego. Vive en el mundo, pero no está atrapada por él. Su presencia trae paz, como un río tranquilo que fluye por una ciudad bulliciosa. Cuando estamos cerca de ellos, nos sentimos más ligeros, más tranquilos y más conectados con la vida.
No Apego y el Camino del Bodhisattva
Una persona que ha despertado lleva la aspiración de ser de servicio, de ayudar a otros a tocar la paz y la libertad. Si nos apegamos a los resultados, sufriremos. Si actuamos con un corazón abierto, sin aferrarnos al éxito o al fracaso, nuestro servicio traerá paz.
Un Bodhisattva es alguien que camina este camino—ayudando a otros mientras permanece libre. No se pierden en la tristeza, incluso cuando enfrentan el sufrimiento. Traen comprensión y amabilidad sin buscar elogios o recompensas. Su camino es tanto activo como tranquilo, profundamente comprometido y profundamente en paz.
Tiếp Hiện: Recibir y Realizar el Dharma
El término Tiếp Hiện significa recibir y realizar. Recibir el Dharma significa abrirse a la profunda sabiduría de las enseñanzas del Buda—no solo como ideas, sino como una experiencia viva. Realizar el Dharma significa llevarlo a la vida, encarnarlo en cada pensamiento, palabra y acción.
Los miembros de Tiếp Hiện son aquellos que unen la profunda práctica de la meditación con las preocupaciones cotidianas del mundo. Reciben la fuerza vital del Dharma de aquellos que han profundizado en la práctica y lo llevan a la realización a través de la acción compasiva. Su papel es ayudar a que la sabiduría del budismo se vuelva tangible y accesible, para nutrir tanto a las comunidades monásticas como a las laicas.
Crear una Base Monástica Fuerte
Para que esta visión se convierta en realidad, la comunidad budista debe establecer una base sólida. Debe haber lugares de práctica profunda—monasterios donde los monásticos puedan vivir de manera simple y sincera, libres de distracciones. Estos centros deben estar bien apoyados, no a través de ofrendas personales, sino a través de un compromiso colectivo para proporcionar las condiciones básicas para la práctica—alimento, refugio, medicina y materiales de estudio.
Estos monasterios deben ser lugares de paz, libres de las demandas de las preocupaciones mundanas. El verdadero propósito de estos centros es cultivar la profundidad de la práctica que sostendrá el orden Tiếp Hiện y proporcionará una base sólida para el budismo en el mundo.
Caminar el Camino del Budismo Comprometido
El budismo no necesita ser llevado a la vida—ya es parte de la vida. La pregunta no es si el budismo puede entrar en el mundo, sino si podemos manifestarlo verdaderamente en nuestra vida diaria. Si el Dharma no está vivo en nuestra forma de vivir, entonces lo que queda es solo su forma exterior—rituales, templos, ceremonias—sin su verdadera esencia.
El budismo comprometido no es simplemente activismo. Es la floración natural de la práctica profunda. Es sabiduría y compasión en acción. Es la capacidad de sentarse en quietud y escuchar profundamente, caminar con atención, hablar con amabilidad, cuidar el sufrimiento dentro y alrededor de nosotros. Es
Aquellos que se dedican a la práctica profunda proporcionan las raíces. Aquellos que se comprometen con el mundo dan frutos. Ambos son necesarios. Pero los frutos no pueden crecer si las raíces no son fuertes. Por eso, aquellos que trabajan en el mundo deben regresar regularmente al monasterio, para profundizar su práctica, tocar la fuente y renovar su aspiración.
Si incluso unas pocas personas encarnan el Dharma—viviendo de manera simple, profunda y libre—el mundo se beneficiará enormemente. Su presencia será como agua fresca en una tierra seca, trayendo paz y renovación sin necesidad de decir una palabra.
Un verdadero practicante no es alguien que busca fama o realiza milagros. Son tranquilos, constantes y esenciales—como la luz, como el aire. Su forma de ser ayuda a otros a regresar a sí mismos y a vivir con autenticidad.
No necesitamos crear seres iluminados. Solo necesitamos crear las condiciones para que aparezcan. Si establecemos lugares de práctica profunda, si cultivamos la atención plena, si cuidamos nuestros propios corazones y mentes, entonces la sabiduría y la compasión surgirán naturalmente.
El budismo comprometido no es algo fuera de nosotros. No es algo que tengamos que construir desde cero. Ya está aquí, esperando que lo toquemos. Está en la forma en que respiramos, en la forma en que caminamos, en la forma en que nos cuidamos unos a otros. Si vivimos con atención plena, si estamos presentes para la vida, entonces el budismo ya está comprometido.
El camino es claro. El camino está abierto. Todo lo que necesitamos hacer es dar un paso consciente.
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