Poema Inconcluso

Por HERMANA XƯỚNG NGHIÊM

Dijiste, “Prometo practicar toda la vida”,
Con diligencia en la meditación, nunca relajado.
Tanto los deberes personales como comunitarios bien cumplidos,
En conducta consciente y manera digna, brillando intensamente.

Pensaste, “Practicaré toda la vida”,
Con un corazón y una mente completamente dedicados, nunca menguantes.
Día y noche, conteniendo con atención el cuerpo, la mente y la voluntad,
Con compostura y gracia en el habla y la risa.

Creíste, “Ya he practicado toda la vida”,
Mirando a tu alrededor, te sentiste tranquilo y libre.
Viniendo y yendo con pasos tan tranquilos,
Pensando para ti mismo, “Practico de verdad, profundamente”.

Pero inesperadamente, un día, las cosas que menos querías
De repente irrumpieron en tu vida pacífica.
Tu mente se agitó como un río furioso,
Pensamientos de culpa, frustración e inquietud

Girando incontrolablemente, arrasando con la calma.
Tu pecho se tensó, la ira ardiendo,
Tu rostro se sonrojó, tus manos temblaron,
No pudiste recuperar tu paz.

Tus ojos contenían palabras no dichas,
Y tu pecho se elevó con ira,
Respirando pesadamente, como si no pudieras contenerlo.

Te diste cuenta, “He practicado tan mal”.
Y luego, sentimientos de culpa, decepción y tristeza.
Te retiraste de la Sangha,
Te aislaste, culpando tus propias fallas.
Te retiraste en ti mismo,
Culpando a quienes te hicieron sufrir,
E incluso a quienes intentaron consolarte.

Entonces un día, te preguntaste:
“¿Cuál es el ideal que siempre sostuviste?
¿Cuál es el objetivo último del practicante?”
Y el poema que escribiste sigue sin terminar...